domingo, 17 de febrero de 2013

Iemanjá

encegueces resplandor desde el tope de mi coronilla
la tenue luz del gris vivo
bajando por el río que se convierte en un hediondo canal
donde escribes tu camino leo claro en las rocas
somos parte de un fin y el inicio de la vida
alojamos lo que viene y vá
son nómadas de la dulzura del desencuentro
en mi espalda el poder concebido
me alienta a continuar
inmiscuyendo mi mente en sus asuntos
de tierra y de ciclos
la geometría esta en todo
en una sonrisa solitaria
se refleja claramente en este bello atardecer
que se empeña en esperanzar
que entre río y mar
la ciudad alberga secretos dignos de buscar
para guardar
asimilar
y tener un cuento que contar a mi pequeña cuando duerma.

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